Un valor invisible
Gavin entró en el estudio de su padre, una habitación llena de sabiduría y recuerdos. Cuando empezó a ordenar los papeles y libros, no podía ver las historias que contenía cada objeto. Para él, las fotografías antiguas, las cartas de décadas pasadas y las primeras ediciones de novelas clásicas eran objetos sin el valor sentimental que su padre apreciaba. En la mente de Gavin, sólo eran cosas para tasar y vender.

Un valor invisible
Un comienzo equivocado
Rebuscó sin piedad entre las pertenencias de su padre, desechando recuerdos personales sin reflexionar. Dibujos de la infancia, cartas de amor a su difunta madre y regalos hechos a mano por amigos se quedaron en el montón de “descartes”. El único objetivo de Gavin era convertirlos en dinero. El potencial valor económico impulsaba sus acciones, no la historia emocional que encerraban aquellos objetos.

Un comienzo equivocado