Estar solo tiene un coste
La soledad de Julián erosionó lentamente su espíritu, dejándolo emocionalmente agotado. A menudo se sentaba solo en su apartamento, mirando las paredes, abrumado por el peso de su aislamiento. Las reuniones sociales ya no le interesaban, y aunque se decía a sí mismo: ” Debería ser feliz”, la realidad distaba mucho de serlo. Su trabajo empezó a resentirse, sus interacciones se volvieron robóticas y el silencio en su vida se hizo ensordecedor, nublando su juicio cada día que pasaba.

Estar solo tiene un coste
Perseguido por el pasado
Por mucho que lo intentara, Julian no podía eludir los fantasmas de su pasado. Cada noche se quedaba despierto, atormentado por pensamientos sobre lo que podría haber sido. El recuerdo de sus hijos persistía, dejando un vacío doloroso que no podía llenar. “Debería haber hecho las cosas de otra manera”, se susurraba, pero el arrepentimiento no le aliviaba. La paz seguía estando fuera de su alcance, y forjar nuevos vínculos le parecía imposible.

Perseguido por el pasado