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Cuando llegaron al cementerio, se sorprendieron al ver a un hombre esperándolos. Era un hombre mayor, de aspecto amable y se presentó como el cuidador del cementerio. Les preguntó si estaban buscando algo en particular, y Peter y Mary explicaron que estaban buscando a una mujer en particular que había estado dejando rosas en la tumba de su hijo. El cuidador asintió con la cabeza y les dijo que sabía quién era esa mujer. Les dijo que ella venía todos los días a la misma hora y que a menudo se quedaba allí por un rato, antes de irse en su coche. Es cierto que cada vez se acercaban más a la solución, pero ese día parecía nunca querer llegar.

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Tenían mucha curiosidad
Peter y Mary agradecieron al supervisor por su interés pero le explicaron que tenían asuntos personales que tratar y necesitaban hablar con la persona que estaba dejando las rosas. El supervisor les deseó suerte y se alejó. La pareja se acercó a la tumba de su hijo y esperaron pacientemente, esperando que la misteriosa mujer apareciera. La curiosidad que habían tenido siempre era principalmente por saber qué era lo que estaba sucediendo detrás de todo aquello, ya que después de mucho tiempo no habían encontrado respuesta y esta situación les estaba agotando la paciencia muy lentamente. Apenas podían coger el sueño por las noches.

Tenían mucha curiosidad